“Buda Blues” de Mario Mendoza



Esta novela se publicó en 2009 pero solo hasta ahora (2104) me dio por abordarla. La verdad, no había leído nada de este escritor colombiano autor de otros libros como Scorpio city o La importancia de morir a tiempo.

Mendoza plantea dos historias paralelas de dos amigos de infancia, que al crecer se involucran en una serie de movimientos que luchan por la igualdad social y la reivindicación de las clases oprimidas. Vicente y Sebastián –los dos amigos- nos cuentan sus peripecias utilizando el instrumento de la carta.

Ingeniosa forma de contarnos una historia la que utiliza el autor, ya que en primera persona de dos narradores diferentes nos introducen en el mundo de las clases populares de Bogotá, de los movimientos revolucionarios del Congo, de las cárceles de la India, de las favelas de Brasil, etc. Dos narradores en primera persona; Vicente, un profesor universitario que de pronto se ve inmerso en un mundo oscuro, psicopático, absurdo, realista, convulso, amorfo, antiestético, debido a la misteriosa muerte de un tío que se ha inventado un movimiento de reivindicación social. Por el otro lado está Sebastián, un joven inadaptado que debido al extraño fallecimiento de una adolescente decide emprender una peregrinación alocada por el mundo.  

Mario Mendoza se suma al nuevo grupo de autores colombianos que buscan crear un desligue de todo lo que fue y lo que significó el realismo mágico de Gabriel García Márquez. La novela de Mendoza es más urbana, menos pueril, menos romántica, más cercana a los sentimientos y las vivencias cotidianas de quienes habitan una ciudad como Bogotá, por ejemplo. Mendoza estudió en el mismo colegio del que yo me gradué como bachiller: el Refous; estudió literatura, y se convirtió en profesor. Años más tarde dejó el trajín pedagógico de la educación superior y se dedicó a escribir de tiempo completo. Ha ganado varios premios, entre ellos el de Biblioteca Breve Seix Barral, y otros.

El autor de Buda Blues afirma que su estilo literario se inscribe en el llamado “realismo degradado”; una versión mucho más oscura, más lúgubre, más pesimista, más dura de lo que todos experimentamos como el universo fenoménico. Mendoza no tiene concesiones con el lector, lo lleva por una montaña rusa de emociones, descripciones, anécdotas, reflexiones, que pueden producir rechazo o una verdadera pasión. En mi caso personal, Buda Blues me generó lo segundo.

La pobreza, la marginación, la exclusión, la explotación, la discriminación; el problema del sistema de convivencia humano actual, con el que muchos no estamos de acuerdo. El tío de Vicente Estévez –uno de los personajes protagónicos de la novela- es una especie de lobo estepario (a la manera de Hesse), vive apartado de la sociedad, se dedica a leer, y se inventa una filosofía en la cual “La Cosa” es el monstruo social que se alimenta de todas esas aberraciones que vivimos hoy en día en el mundo capitalista (y también en el socialista). Vicente y su amigo Sebastián deciden internarse en ese mundo de protestas, de revoluciones, de marginación, de reivindicaciones. Descubren muchas aristas que no habían tenido en cuenta, como que la violencia no lleva a nada bueno, y que el pacifismo siempre será la alternativa de los astutos, de los inteligentes, de los verdaderos seres humanos.

¿Por qué Buda Blues? ¡Qué titulo más atractivo para una novela! Porque combina dos términos que podrían sonar excluyentes, de un lado el Budismo con toda su parafernalia de respuesta a la inutilidad al deseo, y de otro lado el Blues, la música de los afroamericanos en Estados Unidos, que tuvo su origen en los lamentos y los cánticos de los esclavos de las plantaciones del Sur. ¿Cómo pudo Mendoza compaginar ambos términos, ambos universos? Tienen que leer la novela para saberlo, para conocer la propuesta del autor. Damos una pista, Mendoza también está imbuido del Zen, de la filosofía que busca silenciar la mente para que los hombres nos encontremos con nosotros mismos.

El libro está muy bien escrito, tiene muy pocos diálogos, o mejor dicho tiene muy pocos diálogos intrascendentes, porque todo lo que dicen los personajes siempre es importante, no hay tiempo para perder el tiempo sería la premisa de Mendoza en Buda Blues. Solo tengo una crítica para esta magnífica historia: el llamado “realismo degradado”, termina siendo “realismo delirante” porque Mendoza acomoda muchos acontecimientos reales a situaciones ficticias de la historia que terminan siendo demasiado ficticios, ultraficticios. Los que ya han leído el libro sabrán a qué me refiero. Mendoza pasa del “realismo degradado” a la “ultraficción”.

¡Buena esa Mario! Diría yo como refousiano, al leer a otro refousiano. Y siendo objetivos, diría yo que Buda Blues es uno de los mejores libros que se han escrito en nuestro país; es un texto de obligatoria consulta para todo el que quiere entender la situación de América Latina y en especial de Colombia. También es un libro universal, lo puede comprender un africano en Uganda, o un pakistaní, o un croata. La agonía del hombre contemporáneo frente a un desgastado, anquilosado y anacrónico modelo de convivencia humano basado en la explotación, en la dominación, en la monopolización. En eso también estamos sintonizados con Mario Mendoza; al final llegamos a las mismas conclusiones: ¡Buda Blues, hermanito!

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