Hace algunos años me
detuve a leer una página web donde los visitantes votaban por su novela
favorita. El resultado me intrigó, y me sorprendió. El puesto número uno en el
ranking lo tenía una novela desconocida de una autor desconocido, se trataba de
“Los pilares de la tierra” de Ken Follet. Inmediatamente el asunto me causó
curiosidad, ya que este libro se hallaba por encima –en favoritismo- de obras
como “Cien años de soledad”, “El señor de los anillos”, o “Harry Potter”.
Compré la novela, la leí, y descubrí por qué tanta gente era aficionada a “Los
pilares de la tierra”. El libro es sencillamente espectacular.
La historia de “Los
pilares de la tierra”, transcurre en un pueblo imaginario de Inglaterra durante
el Siglo XII. Toda la trama gira alrededor de la construcción de una catedral
en el priorato de Kingsbridge. Como siempre, están los que se oponen al
progreso, y los que buscan nuevas oportunidades de evolución.
La segunda parte de
esta historia fue publicada en 2007. “Un mundo sin fin” es la continuación de “Los
pilares de la tierra”. Esta vez la trama se desarrolla dos siglos después, en
el mismo priorato de Kingsbridge. Nuevamente Ken Follet describe los acontecimientos
de esta ciudad imaginaria, basándose en las peripecias que deben llevar a cabo
algunos personajes para traer el progreso a su sociedad.
En “Los pilares de la
tierra”, el autor pone a girar toda la trama en torno a la construcción de una
catedral; en esta segunda parte, hay varias “obras” en torno a las cuales se
desenvuelve la historia. La confección de un nuevo puente, la reparación de la
antigua catedral, la lucha entre la antigua medicina y la nueva ciencia, el
comercio de paño, y otros tantos proyectos en los cuales están comprometidos
los personajes centrales de la historia.
Follet es un escritor
conocido mundialmente por su thrillers, por sus novelas de suspenso. Sin
embargo, como él mismo lo cuenta en la introducción de “Los pilares de la
tierra”, siempre tuvo una extraña fascinación por las iglesias y por las
catedrales, sobre todo desde el punto de vista arquitectónico. En un determinado
momento, a Follet le dio por escribir una novela, basada en la construcción de
una catedral, y allí fue como empezó a escribir ese magnífico libro. El éxito
vino a través del “boca a oído”, la gente empezó a leer la novela y a
recomendársela a sus conocidos. El producto de esto, es que Ken Follet se
volvió mucho más famoso, y hoy en día es uno de los escritores más leídos del
mundo.
Después de “Los
pilares de la tierra” - novela que fue llevada a la televisión-, Follet
escribió “Un mundo sin fin”, que también tuvo enorme acogida en el público y
que también tuvo una adaptación para la pantalla chica. Las dos obras son
extensas, me imagino que el autor debió durar varios años escribiendo ambos
libros, sin embargo, las historias son muy entretenidas, y están narradas de
tal forma que el lector queda atrapado por la trama.
La Edad Media en
Inglaterra, el sistema económico feudal, los condes, los priores, las órdenes
religiosas, el comercio de lana y de paño; todos estos elementos históricos
están incluidos en “Un mundo sin fin”, eso sin contar que Follet describe el
azote de la denominada peste negra que asoló a Europa por esos años. Es por esto
que los libros tienen un atractivo especial, ya que no sólo están dedicados a
las personas que quieren entretenerse, sino también a aquéllas que quieran
aprender sobre esas épocas.
Un elemento muy
importante en los dos libros es la filosofía que maneja el autor. Para Follet
el mundo estaría dividido en dos: los progresistas y los retardatarios. Los
primeros buscan la evolución de las sociedades, y los segundos sólo pretenden
retrasar el avance de la humanidad por razones eminentemente egoístas. Hay dos
personajes que simbolizan el primer grupo: Caris y Merthin. La muchacha es la
hija de un rico comerciante de lana, posteriormente ingresa al convento por
cuestiones complejas que narra el autor, y termina inmiscuida en el mundo de la
medicina y de las nuevas ideas sobre la curación. Merthin es un aprendiz de carpintero,
que también termina por cuestiones del destino inmiscuido en la construcción
del puente de Kingsbridge, y de la nueva torre de la catedral. Los dos personajes simbolizan el avance, el
progreso, las nuevas ideas, las buenas costumbres.
De otro lado están
los personajes retardatarios, los conservadores, aquellos que impiden el avance
social por razones egoístas, por acumular poder y gloria. Allí se encuentran
principalmente simbolizados por el prior Godwyn, por Philemon, y por el conde
Ralph. Individuos malévolos, que le ponen obstáculos a Merthin, a Caris, y a
otros personajes de la novela.
Follet narra la lucha
de estas dos fuerzas en “Un mundo sin fin”, y ya lo había hecho en “Los pilares
de la tierra”. Los buenos quieren el progreso, los malos se oponen a éste. Los
primeros -los progresistas- son caritativos, buenos, morales, entusiastas; los
segundos –los retardatarios-, son envidiosos, egoístas, violentos, y hasta
estúpidos.
¿Las novelas
contienen un mensaje moral, una moraleja? Desde luego que sí. El autor no es
tímido sobre este asunto, mete su mano a fondo sobre este aspecto, no hay tonos
grises en la opinión ética del autor. El bando de los buenos progresa,
prospera, hace feliz a los demás. El bando de los malos obtiene recompensas por
su ambición y egoísmo, pero siempre terminan castigados por el destino. Las
ideas morales de Follet son muy claras, yo diría que incluso son hasta
sesgadas, sin embargo, en mi caso personal las comparto plenamente.
Hay un aspecto de los
libros que llama la atención poderosamente: su extensión. “Los pilares de la
tierra” y “Un mundo sin fin” son bastantes extensos. Como lector no tuve ningún
inconveniente. Como escritor debo decir que escribir muy largo puede tener
algunas complicaciones. Un trabajo a tan largo plazo puede terminar frustrando
al autor, y fuera de eso, también envía un mensaje equivocado al lector: si
quieres tener una buena historia, ésta debe ser larga. Yo no creo que un buen
libro se mida por la extensión de sus páginas, sino por su contenido. Se puede
decir muy poco en mil cuartillas, y decir mucho en cien. Eso depende. Yo creo
que a Follet le gusta escribir extensamente, y eso le ha dado resultado, y los
lectores devoran las mil y pico de páginas que tiene cada libro. Sin embargo,
no creo que para narrar una buena historia, ésta debe ser extensa.
Los libros de Follet
hoy en día son best sellers, ya escribió otras dos obras también muy extensas,
y que hacen parte de una trilogía: “La caída de los gigantes”, y “El invierno
del mundo”. Por ahora, necesito darme un respiro antes de seguir con estos
libros, que seguramente leeré algún día, si Dios quiere. Leer “Un mundo sin fin”
fue extenuante y placentero a la vez. De verdad, que yo también soy un fan de
la obra de este autor británico, que se dedicó a la literatura por dinero, y
que ahora nos demuestra que su oficio de escritor es algo parecido a una
consagración mística. Porque hay que tener mística para escribir esos libros.
También hay que tener mística para leerlos. En buena hora, me encontré con
aquella página web que colocaba a Ken Follet como el escritor predilecto de un
montón enorme de personas.
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