La influencia del budismo zen en la literatura

"Un viejo estanque.
Se zambulle una rana:
ruido de agua."

Haiku del maestro zen Basho.


El budismo zen fue fundado por el propio Buda hace aproximadamente 2.600 años en la India. Las enseñanzas del zen después pasaron a la China y a Japón, donde se expandió y se hizo muy popular. El zen es un mecanismo complejo que le muestra al hombre la realidad de su propia iluminación, en pocas palabras, el zen le muestra al hombre que ya está iluminado, y que sólo necesita dejar la mente a un lado para darse cuenta de esto. Para lograr que la mente se haga a un lado, el zen recurre a la meditación denominada como zazen.  El zen, sin embargo, no sólo recurre a esta técnica para que la mente se quede en blanco o se aquiete, también utiliza unos cuentos denominados como koans, en los cuales la simplicidad del relato llevan a crear silencio en la mente del oyente del koan. Otras técnicas que utiliza el zen son los rituales del té, los haikus (cuentos zen), las arte marciales, el tiro con arco, la caligrafía, la cerámica, y el teatro.

En Occidente, varios autores y literatos han sido influenciados por el budismo zen, entre ellos podemos destacar a Jorge Luis Borges, a Octavio Paz, a Julio Cortázar, a Jack Kerouac, a J.D Salinger, y en Colombia, al escritor Mario Mendoza. El budismo zen se destaca por su simplicidad, no hay oraciones, no hay filosofías extrañas, no hay complejas doctrinas. Por eso, quienes se ven influenciados por el zen en su literatura también son simples, hermosamente simples. La belleza de la simplicidad del zen no tiene comparación, porque toda la literatura zen o influenciada por el zen está dirigida a crear un silencio mental.

En Occidente estamos acostumbrados a la complejidad, a lo difícil, nos gustan los retos mentales, lo simple es desdeñado como algo aburridor. Estamos obsesionados con el aburrimiento, por eso hemos creado muchas distracciones, como la radio, la televisión, la Internet, el cine, los juegos de video. Sin embargo, en el zen ocurre lo contrario, ya que se nos invita a no eludir el aburrimiento sino a enfrentarlo. La única forma de darnos cuenta de nuestro vacío interior es afrontarlo. Por eso la literatura basada en el zen es simple, no quiere distraer al lector, lo quiere confrontar consigo mismo. Esa es la literatura zen. En el cine occidental también hay muchos ejemplos de directores influenciados por el zen, yo me atrevería a decir que Sofía Coppola es una de ellas, y que su película "Lost in translation" es un ejemplo de cine zen.

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